Tuesday, June 17, 2008

¡Ojo! ¡Mis manos son argentinos!

“Hola Bombón. Estoy hablando a vos, Nena!”

“Che, sos un chamujjero*. No puedes ver que eshha* tiene miedo, boludo. Baboso, por favor.

“Boludo, no me hinchés las pelotas. Parece como una brasuca y sabes como me gustan las chichis de ashhá*. ¡Sácate las pilas!”

“¡Dame un changüi! Te gustan todas las chichas de todas partes. Aún los bagayos!” Ja ja ja ja…

¿Entiendes lo que ellos dijeron? A mi tampoco. Bienvenido a Buenos Aires!

Cuando llegué en Buenos Aires, no tuve ni idea como iba estar. La ciudad tuvo un invierno terrible y dos semanas antes de mi llegada, nevó por la primera vez en ochenta años. Aunque muchos argentinos me prometieron que el clima era la misma de San Francisco, mi ropa del clima suave de California no estuvo suficiente. Pero en realidad, hubo dos cosas más sorprendentes que el frío. Uno, me di cuenta, casi inmediatamente, que no entiendo el español de los argentinos y ellos no me entendieron cuando traté hablar en español; y dos, mi “host-madre” era japonesa!

La verdad es toda mi vida, me sucedieron cosas muy extrañas que nunca pasan a mis amigos ni alguien que conozco. Por ejemplo, este año un hombre sin techo robó mi baca de bici. En Argentina, no solo tuve la única señora japonesa quien habla ingles con fluidez, sino también mi compañera de cuarto y yo estuvimos las únicas estudiantes en toda nuestra programa de ciento cincuenta personas quienes tuvieron que compartir un cuarto. No nos pudimos vestir sin nos golpeamos. En las palabras de Silvia, nuestra señora, “Qué suerte para mi que Uds. ya conocieron antes de llegaron acá y quisieron compartir un cuarto! ¡Qué bárbaro!” Aunque los papeles dijeron que todas los estudiantes van a tener sus propios cuartos en las casas, parece que quizás nuestras papeles fueron perdidos en traducción. Afortunadamente, Rebecca, mi compañera de cuarto, y yo tenemos sentidos del humor y no pudimos esperar para llamar nuestras padres y les contamos sobre nuestra “suerte.”

Desafortunadamente, esta situación que al principio parece como un chiste, se hizo a un conflicto en serio. El primer día Silvia nos contó que iba hablar con nosotros en ingles hasta nos acostumbramos al idioma argentino. Aunque supe que no hablaba español muy bien y Rebecca hablaba menos español que yo, quería tratar hablar solamente en castellano para mejorar. Este era el propósito de los “home-stays.” Cuando dije Silvia que tuve muchas ganas para practicar y aprender castellano, ella me dijo que iba estar muy difícil para ella si tuvo que escuchar a mi y Rebecca tratan hablar en castellano mientras no conocemos el idioma. Me di cuenta que el programa insiste que las familias hablan solamente en castellano, pero decidí estar flexible y hablar con Silvia sobre este después de la primera semana si el inglés continuó. Pues, por tres días después de nuestra llegada, todo estuvo increíble. Estuvimos en una ciudad muy grande y diferente con la potencial de exploración sin limites. En el cuarto día, encontremos los limites.

Tomamos un examen para determinar nuestras niveles en castellano, en que hice mal porque todavía no hablé mucho en castellano, particularmente en nuestra casa. Para celebrar nuestro “éxito académico,” Rebecca y yo y cuatro amigas nuevas andamos a un restaurante para beber vino. En ruta, un hombre en bicicleta paró para preguntarnos para direcciones, que estuvo una acción cómica teniendo en cuenta que no conocemos la ciudad por nada. Después de explicamos este en castellano chapurreo, continuamos andando al restaurante. Dos horas y dos botellas de vino luego, nuestro grupo dividió para andar a nuestras casas para cenar. En dos cuadras, nos vimos el mismo hombre en bici y otra vez le paró para preguntarnos algo. Su voz estuvo muy baja y estuvo difícil para oír. A mí, parece extraño que nos vemos otra vez, pero no tuve las palabras para expresar este. Me disculpé y empezamos andar otra vez pero el hombre nos siguió. En este momento, me di cuenta que todas las cosas y palabras que supe, eran tan educadas. Entonces cuando alguien no sabe el idioma muy bien, es muy difícil para estar firme. Y desafortunadamente, tuvimos cinco cuadras más para poner este teoría a prueba. Cada vez que cambiamos calles en nuestra esfuerza para perder el hombre, nos descubrió. Cada vez, le dije algo diferente, como “no gracias,” “nada más,” y “¡para!” pero cada vez mis palabras fueron menos convincente o atemorizante. Finalmente, la sexta vez que nos pasó, estuvo se tocó. Ahora, tuvimos miedo y estuvimos perdidas porque cambiamos nuestra ruta muchas veces. Vimos la policía, y aunque habíamos advertido sobra la policía en Argentino, lo pareció como la opción mejor en este momento.

Pero ¿cómo voy a explicar lo que pasó? La respuesta: con muchos gestos con mis manos! A este tiempo no me di cuenta que los argentinos son famosos para su capacidad para comunicar con sus manos. En cierto, ellos tiene un idioma silencioso con muchas palabras y frases puramente en manos, menos oficial pero más común que el lenguaje de signos. Me sirvió bien, porque cuando finalmente recuperé mi aliento, hablé con la policía en palabras cortas y básicas suplementadas con muchos gestos. Durante mi explanación de los eventos, el hombre pasó en su bici otra vez y les dije a la policía, “¡Eso es, eso es!” Nos contestaron para esperar mientras ellos hablan con él. Cuando volvieron, vi mi primera ejemplo real del machismo. Nos explicaron, “El hombre estuvo solamente coqueteando.” Estuve frustrada y de repente recordé mi español, más o menos. Le dije, “No es coqueteando cuando las personas dicen “no” y el coqueteando continúa por más de una hora sin correspondación.” En que me respondió, “Quizás, pero cuando un hombre ve tres chicas con cuerpos y caras bonitas, es difícil para hacer la cosa apropiada.” Entonces me di cuenta dos cosas importante en este momento; la policía y yo nunca vamos estar de acuerdo en este sujeto y que estuvimos tarde para cena! Cuando agradecimos la policía por su “ayuda,” nos preguntaron por nuestras números de teléfono. Bienvenido a Buenos Aires.

Cuando lleguemos a la casa de Silvia y explicamos todo lo que pasó, ella finalmente entendió que era necesario que aprendamos castellano. Entonces, en esta noche por la primera vez, hablamos castellano en nuestra casa y todas las palabras fueron palabrotas! Usamos este ejemplo para practicar cómo defendernos en situaciones en el futuro. Dos meses después, cuando estuve andando sola de escuela, vi el mismo hombre en bicicleta otra vez. Es probable que él viviera en el mismo barrio de mi y pasaba todos sus días en bici, mirando para chicas con quien puede “coquetear.”Obviamente, no me reconoció, y me dirigió con las mismas líneas en voz baja. Pero no reaccioné en la misma manera. En cambio, pone mi mano en frente de mi cara, como decir, “talk to the hand because the face don’t give a damn” y le dije “¡Tomátela, Forro!” Y como le pasó en la opuesta dirección en bici con mucho confusión, me miró muchas veces y pienso que trataba determinar si yo era de Argentina!

*chamujjero =chamuyero=lunfardo de Argentina que significa smooth-talker/bullshitter
*eshha=ella con pronunciación argentina
*ashha= allá con pronunciación argentina

Nicole Moskowitz

Estética

Elige mi primera clase de español por razón. Tenía catorce años pero ya sabía que español era un idioma muy importante en la ciudad en que viví, Los Ángeles. La clase de Señora Manea era inolvidable porque era muy simbólica de mi primera experiencia en escuela pública y además escuela secundaria. Muy nuevo, realmente apasionante. Memorizando conjugaciones verbales era un mero juego para mí. Me interesó más las conversaciones alrededor de mi silla en que pude participar en clase, cuando mecánicamente hacía mi trabajo. Las dos figuras de mi admiración fueron un chico totalmente white-washed cuyo conocimiento del idioma fue más débil que mío (y cuyo nombre se me escapa ahora) y Gina, una chica americana mayor que nosotros que probablemente repitió la clase dos veces antes de ese año. Ella me dio una lección en el arte de tatuaje sin decir ni una palabra. Bastaban sus gestos, la confianza con que andaba los pasillos en clase. Raves, piercings multiplicantes, y tintes de pelo fueron los objetos de la discusión habitual entre Gina y el chico. No me ignoraron como una parte tímida de mi carácter actualmente esperaba; aun ahora, me impresiona cómo me integraron en sus argumentos sobre posiciones sexuales, primeras experiencias con drogas, y cosas de tal tabú. Yo que era un inocente. (Probablemente es que era tan abierta, que mis ojos brillaron de adoración, que les respeté más que se respetaron.) Así aprendí las conjugaciones del tiempo presente y el pretérito.

La próxima clase de español era una ocurrencia diaria muy detestada. Recuerdo mucho de mapas y nombres, datos y hechos. La maestra casi chupó la vida del idioma y nunca he sido una aficionada de la geografía. Mi actitud sobre el idioma sería completamente neutra si no hubiera tenido dos compañeros. Uno a quien no realmente me dirigí. Lo miraba desde una silla dos filas lejos. Su acento castellano era patético si no fue un rebelde. Durante la clase, guardaba una hoja de partitura en la mesa y tocaba la harmónica. Leyó libros rebeldes, escuchó música rebelde, y creo que nunca realmente reconoció mi presencia. El otro, Shaun, era uno de mis amigos íntimos. Hasta ahora, puedo contarlo como otra versión de mi propia existencia. Teníamos conversaciones parte adolescentes y parte maduras; totalmente almas. (Ninguno de nosotros ha aprendido a perder, ni siquiera aplicar menos, su alma.) Un día, se enteró que prefería no comer frutas y me dijo honestamente, “Tus adentros deben ser muy sucios”. Por una semana, comí una manzana cada día; detuve cuando contraje una erupción.

El tercer año fue muy cariñoso a mí. Mi maestra era una mujer con cara redonda, dedos fluidos y una carcajada con eco natural. Antes de empezar la clase, la tarea para las vacaciones del verano fue leer Los de Abajo. En serio, no lo leí y por supuesto, empecé el semestre con una mala nota por la primera vez. En esta clase, practicábamos canciones, veíamos películas, y no había una palabra en inglés. Por la mayoría del año, había asignado al asiento al lado de la mesa de la maestra. (No recuerdo si la razón fue que hablaba demasiado, pero eso sería posible.)

Ese mismo año, mi maestro de biología fue Mr. U.T. Tenía gafas cuadradas marcadas, era muy alto, tenía cabello tan menudo y frecuentemente lo desgreñaba. Caminaba con una cojera y un bastón (tenía esclerosis múltiple). Muy estrafalario, Mr. U.T. tenía un humor mórbido, una risita severa. Lo temía un poco aunque figuras mayores generalmente inspiraban humildad más que temor en mí. Teníamos dos proyectos revolucionarios en esa clase (un evento histórico en mi trayectoria educativo). El primero fue el plano por un sistema de polinización y la creación de un modelo del “flor”. (Mi flor fue un cubo de basura). El proyecto final fue una presentación de conceptos biológicos a través de poesía.
Una de mis amigas colaboró con Mr. U.T. para fundar un club de poesía. Nos reuníamos los jueves y discutíamos nuestros poemas favoritos. Los de Mr. U.T. fueron en castellano, muchas veces escritos por Pablo Neruda. Todavía llevo el sello de uno sobre casas cuadradas, filas cuadrados, cuyo hablador al fin pasa una lágrima cuadrada. Estos formaron el carne del lengua española para mí. Poesía, arte, y creación.

En la Universidad de California, Los Ángeles, elige a tomar clases de lengua y literatura para acompañar mis clases de ciencia. En el comienzo, no supe que iba a intercambiar mis “clases serias” por mis gustos personales. En fin, me gradué con especialización en Literatura Comparada, en las áreas de literatura castellana y armenia y un minor en la lengua española. Pasaba mucho tiempo traduciendo textos, leyendo y leyendo cosas bien interesantes, experimentando un poco con escritura. Entretener la mente. Dejé de negar sus gustos y excentricidades. Desde la escuela secundaria, he continuado persiguiendo lo que reside fuera de la norma. Lo afuera. Lo extranjero. Diferente del costumbre, de mí. Lo nuevo que rápidamente se vuelve lo pasado. Pero, distinto de otra cosa, un lenguaje persiste. El castellano ha formado mi estética desde la adolescencia. Ha mezclado con la esencia de mi interacción con el mundo. Muy cerca. En mí.

Talar Kharadjian

Ser y Hablar en el Limbo


Ibeth Chávez


Gloria Anzaldua, poeta y escritora chicana, dice que el idioma es una gran parte de la identidad. Además, arguye que por eso los latinos que viven en los Estados Unidos estamos “straddling the border.” Estoy de acuerdo con ella; la lengua forma parte de la cultura y en si parte de la identidad de uno. Por eso, como bilingüe, me considero mexicana y estadounidense. Así mismo es que he podido tener lo mejor y lo peor de los dos mundos, pero la gente de cada uno de esos mundos me considera una extranjera. Para mí, el tener padres mexicanos y haber nacido en California me dio la oportunidad de crecer hablando el español y de aprender el inglés en la escuela. También por eso, nunca seré una estadounidense hablando inglés, ni seré una mexicana que habla español, lo cual ha creado un limbo lingüístico y por ende un limbo para mi identidad.

Como hispanohablante, siempre he usado usted como seña de respeto para gente mayor que yo, pero en inglés todo es igual. Recuerdo que me costaba hablar con la mamá de mi mejor amiga de la prepa porque yo sentía que le faltaba al respeto cuando le decía, “you” que para mí equivale a “tú” y no a “usted.” Un incidente que ocurrió cuando estaba en la prepa fue que le estaba platicando a una amiga que mi favorita fruta es la granada y que en la casa teníamos un arbolito. Pues cuando llegó el tiempo de decir el nombre de la fruta, no supe bien como decirle. “Grain? No, gra-grad-grada? Um, granade? Yeah, granade, granade. Wait…” y la risa de la compañera aun resuena cuando recuerdo ese día. Ahora yo también me puedo reír, y pienso para mí misma, “Pomegranate! Ay, Ibeth, claro que se llama pomegranate.”

Ay Ibeth. Cuantos dolores de cabeza me ha dado mi nombre también. Desde que estaba en kindergarden la gente mochaba mi nombre, “Ay-beTH.” Parecia que les doliera pronunciar la primera sílaba, ayyyyyyyy! Y la última sílaba parece que estuviera saliendo aire de alguna manguerita, con la “th” del inglés, thhhhh. Para hacer que suene mi nombre como debe ser y no como que está en dolor una manguera deshidratada, le digo a la gente, “It’s like ‘e’ and ‘bet’. E-bet.” A veces funciona y a veces no. Hasta el día de mi graduación de esta universidad cuando entregué la tarjetita con mi nombre estaba preocupada que no lo pronunciarían bien. Escribía mi nombre y lo tachaba, lo volvía a escribir y lo volvía a tachar. Al fin, no lo pronunciaron tan gacho…

Ahora, el español casi lo hablo sólo con mis papás y mis abuelitos. Los 16 años que he estado en la escuela en los Estados Unidos, donde la mayoría del tiempo sólo se permitía hablar inglés, me ha acostumbrado a hablar en inglés. Incluso, al menos que esté con gente que esté platicando en español, suelo pensar en inglés. Una vez estuve platicando con la tía de un amigo cuando me preguntó que donde había nacido. Le contesté que en Anaheim y entonces me preguntó que donde había crecido. “También en Anaheim,” le dije. “Ah, mira, pero hablas muy bien el español, eh,” me dijo con las cejas en alto mientras asentaba con la cabeza. “Gracias,” le contesté, pero el hecho que me lo dijo me dejó claro que ella como mexicana no me consideraba mexicana.

Hace unos años, estaba platicando con mi papá y de repente se me trabó la lengua y no pude recordar cómo decir algo en español. Le pregunté y me contestó, pero no sin decirme después, “Ay, pocha.” “Pocha?!?!” El color se me subió y no supe que más decir. Para mí es lo peor que un hispanohablante me pueda decir, y peor tantito que fuera mi propio papá quien lo dijo. Quedé sin palabras y cuando él se dio cuenta del peso que tuvo lo que dijo soltó una pequeña carcajada, como para decir, “Si no es para tanto, no te enojes.” No recuerdo bien la discusión que tuvimos entonces, pero jamás me ha vuelto llamar así.

Igual, son cositas como esas que me sacan de onda y me recuerdan cada vez que como va el dicho, no soy ni de aquí ni de allá. Para los mexicanos, hablo bien el español, pero no lo suficiente como para llamarme mexicana. Para los estadounidenses, mi inglés es casi impecable, pero aun se nota que no fue mi primer idioma; no soy estadounidense. Por lo tanto, soy la del limbo; el limbo que encarcela mi identidad y la vez le da rienda suelta para ser quien quiera.

Monday, June 16, 2008

HABLA ME EN ESPANOL


HABLA ME EN ESPANOL

Imaginate esto. Estas de buen humor caminando a un taqueria cerca de tu barrio. Tus amigos te han dicho que este lugar tiene una comida riquesima. Crees en tus amigos e llegas al lugar y habras la puerta. Entrando al lugar sientes una sentido de allegria, y avancas al cajero. Decides a ordenar unos enchiladas, y dices al calero, “hola. Puedo tener un plato de enchiladas.” El cajero de responde con acento. “Is that all for you today.”

            Cuando esto pasa a mi no se como reaccionar. El cajero y yo sabemos que los dos hablamos Espanol, y si estoy ordernando de un lugar que hace comida Latino no esta rado a hablar en Espanol? Porque no? Pienso que hay muchos razones por este reaccion. Es possible que el cajero responde en Ingles para muestrar que si puede hablar ingles. Probablamente a matar el pensamiento esperado que tienen muchos; El pensamiento de que si trabajas en un lugar como un taqueria, es probablamente que no hablas el Ingles y si lo hablas, no muy bien. E mirado a gringos ordenar en un taqueria  y attemptar a ordenar en Espanol y pienso que es noble attemptar a hablar otra lengua. En los instantes que he visto gringos ordenar, tambien los cajeros los responden en Ingles. Puede ver por que responden en Ingles a ellos pero por que a mi?

            Soy Latino, e pienso que mi Espanol no es horrible. Porque no responden a mi en Espanol? La cosa mas interresante es que e hido a muchos lugares latinos para comer y muchos veces otros Latinos me han hablado en Espanol.  Mejor solamente esto pensando mucho y no es nada rado. Mejor las personas que me respondedon realmente solo sentian ha hablar en Ingles y no siginificava nada. Se que esto es un posibilidad tambien.

            Otro cosa que me ha passado cuando hablo Espanol con personas que son natives a la lengua, es que me corrigen si pronucio una palabra incorrectamente. No me molesta mucho mas no me importa. Yo simplemente les digo, “Espanol es un viviendo lengua que siempre esta cambiando, lo siento si no supisteis del cambio.” Eso le hace personas reir. La verdad es que lengua es una creacion humano que cambia con el tiempo e con la gente. Pasando mi juventud en una casa de immigrantes recien llegados a los Estados Unidos toda mi vida e sentido um poco extrano. Primero mis padres no podrian hablar mucho Ingles y la escuela y el television me enseno como hablar Ingles. Al mismo tiempo estava aprendiendo Espanol de mi familia. Cuando estaba en la escuela yo apprendi como mover como una cameleon, y ha este dia todavia soy.  Tenia amigos blancos, negros, mexicanos, de todos races. Muchas personas no puedian adivinar de que raza era. Hasta hoy Arabes piensen que soy Arabe, Indios piensen que soy Indio, Mexicanos que soy de Mexico etc…. Cuando estava en Neuva York en Mayo, mi papa y yo fuimos ha Queens a visitar el barrio Colombiano. Nos encontramos con dos Colombianos en el calle y les preguntamos cual era el restaurante Colombiano mejor en el barrio. Nos esenadon un lugar e fuimos todos juntos. Su Espanol Colombiano era muy facil para entender. Ellos tambien se miraban como yo. Alli estabamos, cuatro Colombianos hablando Espanol. Cuando ordene un plato de arroz con coco, el mesero me hablo en Espanol, y el Espanol que entiendo lo mas, puro Colombiano. No se porque no tenia el problema que he tenido. El problema donde el cajero o mesero me responden en Ingles. Probalmente era porque estaba con puros Colombianos. No se pero siempro cuando voy a un lugar Latino, hablo Espanol, y eso nunca va a cambiar. El proximo vez que alguien Latino me responde en Ingles voy a decir a ellos, “ No speak English!”…..

Life in Chula Juana y el mas haya

Por: Areli Perez

(picture to come)


Acelera y para.

Mixtecos, Mayas y sus hijos todos en una fila.

Vendiendo, pidiendo, corriendo.

Acelera y para.

¡Es subcomandante Marcos! ¡

¡Nuestra Señora, La Virgen María!

¡Mira, mira La Little Mermaid!

Acelera y Para.

Little plastic nopales y cochinitos de barro too!

¡Chicles, chicles, chicles!


Los sonidos de la frontera me arrullan, pero sus imágenes, sus colores y su gente me confunden. Me preparo para una larga espera, pero esa espera dos horas, tres horas, cinco horas quizas, es rutina, es costumbre.  Mientras tanto matare el tiempo con mis pensamientos. Me imagino un mundo sin fronteras. Donde el humano valga más que una leí emigratoria o un tal “terrorist threat.” ¿Qué tal si todo lo está al sur de la frontera mágicamente se transportara hacia el norte con una facilidad, transformando nuestra noción y valorización de tiempo y espacio? Imposible quizás, pero imaginación fue comenzó a volar tras leer el libro el Trópico de Naranja de la Japanese American writer Karen Yamashita, en donde el poder de una naranja traslada el trópico de cáncer a Los Ángeles, arrastrando con ella todo en su camino creando una ruptura en la vida de todos. Imagino me un mundo contemporáneo que refleje la gran fluidez de gente y hibridismo de culturas, del tal “shrinking world” en el cual vivimos.  Veo a mi alrededor, aquí es México, haya es Estados Unidos, pero para mí aquí es haya y haya aquí. Simplemente puesto, aquí es el limbo. Por consecuente, por haber crecido, y por haber me criado con la frontera, me identifico con ella. Soy ni de aquí y ni de haya porque para mí son lo mismo. No sé si su ustedes lectores comprendan lo que estoy diciendo. Quizás sea todo una locura mía pero una locura muy real que aun no llego a descifrar. De qual quer manera continuare e intentare de me explicar mejor.


Creo que por naturaleza necesitamos identificarse con algo, hasta los animales salvajes se identifican con sus “packs,” “pod’s,” etc.  Para el ser humano, puede que nuestra cultura, cuidad de origen, país de origen, equipo de futbol favorito,  o todos, nos identifiquen. Al  lo curso de este cuarto hemos discutidos temas como la identidad latina en los Estados Unidos.  Siempre pensé que mi realidad como latina en Estados Unidos ha sido un poco diferente a la de muchos tras haber crecido en la frontera. Crecí en Chula Vista, una ciudad que pertenece al condado de San Diego, y que queda 10 minutos de Tijuana. Chula Juana, como se le llama, es una cuidad casi completamente Mexicana, casi completamente Tijuanense. Desde niña, cruzábamos la frontera dos tres veces a la semana para ir al médico, a comprar yogurt (Danonino sabe mucho mejor que danimals), visitar amigos, etc.  Al igual tenia amigas que vivían en Tijuana y cruzaban diariamente para atender la escuela, comprar de mayoreo en tiendas como Cosco, “formely known as Price Club,” etc. De pequeña no entendía la importancia de poseer la habilidad de cruzar tan a menudamente ha México. Realmente no entendía ese concepto de barreras. No entendía que de un lado de la línea amarilla estaba la tierra de mis antepasados y en la otra tierra de mi futuro.  No sabía si era Mexicana, American, o que onda. “¿Entonces son dos países diferentes, pero por que todos se parecen, hablan la misma lengua, comen las mismas cosas?” le preguntaba a mi papa.  Recuerdo cuando la confusión aumento y comencé a notar las diferencias mientras esperábamos en la línea. Veía a mí alrededor y los sonidos, los colores, y gente me asombraban. ¿Porque eran tan parecido y tan diferente aquí y allá? ¿Por qué hay niños que bien pudieran ser mis hermanos, pidiéndome limosna? Aunque ya mayor, y entiendo mejor los problemas socio-políticos que emergen en zonas fronterizas, por haber crecido ahí, es un sentimiento de tristeza y confusión que hasta hoy siento al cruzar. Pero ante todo, la frontera para mis es un símbolo de resistencia, de constante fluidez, de comunión, y de perdición. Es importante que señale, que al referirme a la frontera, no solo me refiero a una barda física, me refiero también a la frontera como una metáfora de liminalidad, el estado de encontrarse físicamente y psicológicamente entre dos planos. Cuando el policial imigrante me pregunta al cruzar de donde soy no se que responder pues para mí esa frontera, con la cual tantos sueñan cruzar, es nada más que un “blur.” Decidí una vez que al preguntarme “citizenship?” respondería, “citizen of the world.” By the way, BAD IDEA, pues pase tres horas en inspección. Honestamente, creo que ante todo, existe una necesidad de identificarnos con la raza humana y simplemente deshacernos de qualquer barrera. Un poco imposible, se que es lo que estan pensando, y seré un poco idealista, I know. Pero se vale soñar. Y si algo he aprendido de crecer en la frontera es que al crearlas, perdemos la habilidad de nos comprender. Crecí viendo la gran fluidez de gente, cultura, bienes, que caracteriza el mundo contemporáneo. Pero también vi la gran confusión y desigualdad creada en la frontera. Es un gran paradoja, tanto para los que viven ahi y los que no.  En fin, mi identidad como latina, como mexico-americana, como humana, sin ninguna duda se lo debo a la frontera que me crio. No se si esto haga sentindo, tal vez unos se identificaron, o sea que no. Pero creo nuestra identidad es algo que constantement esta cambiando, todos somos un work in progress. Para mi, hasta ahora, la frontera ha sido gran parte de mi vida y de mi identidad.

The Interpreter


“Yeaaaeeewww!”


Esa fue mi reacción de alegría y un poco de asco cuando a los catorce años me enteré que mi mamá estaba embarazada. Es que no me lo esperaba. Toda mi vida hasta ese punto no más éramos yo y mi hermana que es dos años menor que yo. Y ahora la gran noticia de que venía otro escuincle. La noticia me dio mucha felicidad, pero también me repugnó la idea de que mis padres hubieran tenido relaciones íntimas. Ellos no creen en las muestras públicas de afecto--el famoso PDA o “public displays of affection” en inglés. Son la pareja más anti-PDA que conozco y el embarazo fue un shock para mí. Son muy reservados y solamente los he visto besarse en los labios unas cuantas veces. Pero sobre todo, la noticia del embarazo de mi mamá me dio mucho miedo.


Mi madre es diabética. Siempre lo ha sido desde que me acuerdo. Por eso creo que no le tengo pavor a las jeringas o a las inyecciones o a la sangre. Todos los días, ella tiene que sacarse sangre de los dedos para revisar el nivel de azúcar en su sangre. Si su azúcar está más alta de lo normal, se toma pastillas. Si la situación es más severa aun, se inyecta insulina. Y un embarazo, en vez de ser un momento de sonrisas de oreja a oreja, era una situación severa que ponía en riesgo la salud de mi mamá y del bebe.


En ese momento, nuestra situación económica no era muy buena. Mi mamá calificó para la seguranza de salud Medi-Cal que el gobierno del estado le ofrece a personas de bajos recursos económicos. Fuimos yo y ella a escoger al médico de la lista corta que la seguranza aprobaba para que consultaran a mi mamá. Chakabarty, Rao, Mueller, Rastogi, Liebermann: la lista estaba llena de doctores con apellidos raros y desconocidos para mi mamá que no habla el inglés.


Increible, pero a pesar de vivir más de 20 años en los Estados Unidos, mi mami no ha logrado aprender el idioma principal de este país. Intentó una vez ir a clases para aprender, pero la técnica de los maestros era muy intensa y no tenían mucha paciencia para una mujer que apenas aprendió a escribir y leer español. Siendo la mujer mayor de 17 hijos, mis abuelos sacaron a mi mamá de la escuela al tercer año de primaria para que ayudara a atender al resto de la cría. El inglés, cuyas palabras no se prestan para hablarlas fonéticamente como en el español, fue muy difícil de entender para mi mami que por lastima no tenía mucha experiencia con una disciplina académica.


Por esa razón, yo, mi hermana, y mi papá-y ahora mi hermanito- somos interpretes a tiempo completo o “full time” como bromeamos. Al salir a la calle, sea para cenar o ir al supermercado, nosotros tenemos la tarea de abrirle a mi mamá el mundo extraño en donde el inglés domina. No voy a negar que a veces me sienta extraño al ser la tercera persona en una conversación entre dos. Pero me gusta pensar en que yo soy el lazo, el vínculo entre dos personas que a solas no podrían comunicarse entre sí.


Y yo, por tener el mejor dominio del inglés en la familia, soy el intérprete favorito de mi mamá. Eso me da mucha satisfacción pero también me cansa porque yo tengo mi propia vida. No puedo estar todo el tiempo con ella y a veces los dos nos sentimos frustrados al saber que parte de su vida ella necesita vivirla, o por lo menos entenderla, a través de otra persona-a través de mí. No es un trabajo fácil pero a mí me fascina poder ayudar a otras personas a entender cosas que yo sí tengo la capacidad y el conocimiento para entender.


El embarazo de mi madre despertó mi curiosidad por la medicina y aumentó mis deseos de mejorar mi español. En esa lista de doctores que nos había dado la seguranza medica, encontramos a un Dr. Flores. Los dos pensábamos que el doctor iba a ser Latino con ese apellido, pero no. Vaya sorpresa nos dimos cuando el Dr. Flores resulto ser filipino. Y por desgracia (pero ahora lo veo como por suerte), el no hablaba español. Esto indujo a que yo acompañara a mi mami a sus consultas con este ginecólogo filipino. Yo tuve que aprender a como comunicar los consejos médicos que el Dr. Flores le daba a mi mamá con exactitud porque quería que la salud de mi mamá y de mi hermanito estuvieran lo más perfecta posible.


Mi conocimiento del cuerpo humano y la medicina aumento exponencialmente. Parto, lactancia, maternidad, útero, placenta, cuerda umbilical, ultrasonido, feto, tercer trimestre, hormonas: todas palabras de un vocabulario que yo desconocía. Las tuve que aprender y luego explicarle a mi mamá que significaban y porque eran importantes. Aquí comenzó mi entendimiento de que la medicina es como otro lenguaje que hasta tiene su propio manuscrito. El rol del doctor es transmitir su gran conocimiento de la anatomía, fisiología, patología, y sicología humana de una manera afable y comprensible para que el paciente tenga el mejor tratamiento y resultado posible.


Y eso es lo que me propongo hacer en un futuro. Me he dedicado hacia esta meta de ser médico en mis cuatro años en UCLA. Me gradué con una Licenciatura en Biología con una especialización secundaria en Español y a la vez tomando cursos requeridos para postular a la escuela de medicina. De mis recuerdos de UCLA se destacan mis servicios de voluntario: traducir para médicos y ayudar en el hospital de UCLA-Santa Monica, presentar información en inglés o español sobre el VIH y otras enfermedades venéreas a estudiantes de secundaria en Los Angeles, y suministrar servicios médicos como exámenes de diabetes, colesterol, y anemia para comunidades Latinas desatendidas en Los Angeles y Tecate, México.


Mi español ha sido una gran ventaja y ojala lo siga siendo para cuando mande mi solicitud a escuelas de medicina en California, Texas, Florida, y Nueva York donde hay una gran población de Latinos. Por supuesto, me gustaría estar cerca de mi familia en California pero eso está fuera de mis manos. Iré donde me acepten pero creo que con mis experiencias en UCLA y creciendo en el “Inland Empire”, donde en Hemet no había muchos médicos Latinos (ahora sí hay pero pocos), las posibilidades son mejores. Ya veremos.
-Abraham Aguilar

Con mucho cariño

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Querida Abuelita,

Le escribo esta carta esperando que se encuentre bien de salud. Le platico que todos estamos bien por acá. En este momento ha de estar sorprendida por el motivo de esta carta. Lo que sucede es que he estado estudiando español en la escuela y como en casa tan solo estoy limitada a practicarlo verbalmente estuve pensando, con quien puedo mejorar mi escritura. Así es que me dije pues le voy a escribir a usted. Se que algunos de mis primos también le escriben y de allí tome la idea.

La idea principal de inscribirme en cursos bilingües fue de mi mama. Ella dice, “para superarse en este país hay que saber dos idiomas.” Según ella cuando este grande y tenga que buscar un empleo me voy a beneficiar con saber ingles y español porque muchos trabajos
requieren los dos idiomas. La verdad no le creo mucho pero es mi mama y tengo que obedecer.

En la escuela me va bien aunque si tengo problemas con algunos niños que se ríen de mí porque voy a esta clase especial. Ellos dicen que soy de México me llaman “mojada.” Esto es algo que a las personas que no son nacidas aquí en Estados Unidos les dicen. Me siento triste porque yo se que soy nacida aquí y como ya le dije mi mama insiste en que yo vaya a estas clases especiales.

También le platico que ya muy pronto voy a salir de la escuela para las vacaciones de verano. Mi papa dijo que si voy a ir a visitarla. Estoy muy feliz. Ir a México me gusta mucho porque allá todo es diferente. Especialmente en el rancho. Hay una libertad para jugar en el río, andar a caballo, ir a visitar a las primas bueno no me alcanzarían las palabras para describirle cuanto me divierto y lo mas bonito que paso tiempo con usted.

Acá continuare estudiando así poder seguir escribiéndole cartas. Ahora cuando vaya a México podré leer las revistas y letreros. Me despido separando verla muy pronto. Todos le mandan saludos y besitos.

Con mucho cariño,

Violeta :)

Cuando tenia entre ocho y diez anos estudiaba en cursos bilingües en ese momento no me daba cuenta de la importancia que iba a tener en vida. Se me fue posible tener una comunicación con mi abuelita en México y esto fue muy importante para mi niñez arriba esta un ejemplo de una carta que le escribía. Hoy mis estudios universitarios son en el idioma español y mis planes a futuro es ser profesora de secundaria dando instrucción en español.
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Hay personas que están en contra de los cursos bilingües por tal motivo en 1998 con la propuesta de ley 227 en que indicaba eliminación de cursos bilingües y una integración completa de ingles fue aprobada en California. El argumento de los políticos es que niños emigrantes tienen que aprender ingles para poder asimilarse a los Estados Unidos y olvidarse totalmente de su idioma de origen. Aunque esto es contradictorio porque un requisito para graduarse de la secundaria es estudiar dos anos de “idiomas extranjeros” incluyendo español. Pero para cuando un niño llega a la secundaria aprender un segundo idioma se vuelva más complicado. Aquí en Los Ángeles este es un tema que aún trae polémica. A mi me trajo muchos beneficios y estoy segura que a otros estudiantes también.


- Violeta Tavarez

¡Últimas recomendaciones!


Hola clase,

En las últimas minutos de postear, quiero compartir algunas recomendaciones que pertenecen a los temas de nuestra clase.

1. "Chester Square" de la serie "Love and Rockets" por Gilbert y Jaime Hernandez.

Love and Rockets es una serie de comics con narrativas diferentes, y se enfocan en las temas de ser latinoamericano o ser chicano. Leí ¨Chester Square¨ porque mi amigo lo recomendió, y es una obra que me impresionó mucho. Cuenta la historia de un grupo de mujeres que vivían en el suroeste de los Estados Unidos. Esta edición se enfoco en sus vidas como luchadoras, y combina cuestiones de la lesbianidad, el chicanismo, la vida latina y la ley. ¡Y incluye escenas de luchar kick-ass! Bueno, la serie complica nuestra percepción de chicanos, y es en un estilo y formato muy fascinante.

2. ¨Tropic of Cancer¨ por Karen Tei Yamashita

Mi amigo recomendió el libro porque tiene muchas de las temas de nuestra clase, como la inmigración y ser latino por performance pero no ser latino por raíz, pero es tan complicado y es defícil entrar. Combina demasiados temas y personajes en un estilo tan fragmentado que no es accesible, tan posmoderno que no puede leer. Pero Yamashita es una japones pero le fascina la cultura chicana también, entonces tiene una perspectiva muy interesante.

¿Cómo se llama?


En los días antes de la Navidad, en una de las calles gigantesca de la Ciudad de México, pasé por El Globo, una panadería “internacional” que sirve pan dulce, galletas y, lo más importante, donuts. Hacía cuatro meses que llegue a México, y después de quejar sobre la comida que no podía comer, una familia en mi casa que le enojé, y una investigación académica que no podía completar, mi profesor me dijo, “Tienes homesick, John”. Los días antes de la Navidad, no pasé solamente para los donuts estadounidenses o las canciones de los Carpenters y Nat King Cole, “Jingle Bells” y “Rudolph the Red-Nosed Reindeer” que repitieron en la música ambiente. Quise pasar por una tienda donde no dijeron mi nombre, solamente “5 pesos, señor” y “Muchas gracias”,
En el proceso de aprender el español, siempre hay el problema del nombre. La persona “John” es siempre John por todo el mundo, es una característica que siempre traigo como mi cara o mi familia. Pero John no es John en un lugar donde la palabra “John” no existe. En mi 11 años de aprender el español, mi nombre ha sido transformado, manipulado y obliterado, todo para lograr algo que casi no pude lograr. Y en recontar el viaje de mi nombre en mis experiencias con el español, pude ver las problemas – y las posibilidades – del lenguaje.
Mis primeras años con el español fueron casi inútiles. Nos sentábamos en las sillas, situados en redondas chiquitas para promover la “discusión”. Nadie quiso aprender una lenguaje diferente en mi prepa, donde nuestras profesoras gritaban a narcotraficantes que andaban al otro lado de los paredes. En cada clase de español, nos sentábamos en las sillas de Sra. Vermullen y practicábamos el vocabulario, los formas del verbos, hablar y escuchar, cada vez copiando la tarea del otro estudiante para sobrevivir.
El tema constante en la clase fue la inmersión. Por una hora cada lunes, miércoles y jueves, teníamos escapar los Estados Unidos para un país latinoamericano –cuál país exactamente, no sé. Había frutas tropicales de cera y animales de la selva, y cada bandera de cada país hispanohablante fue representado en un cartel grande con un mapa.
Parte de la transformación fue el “nombre español” que tuvimos que adoptar cada año. Mi nombre favorito fue Sergio, y el año después fue Juan. Cuando Sra. Vermullen me dijeron Sergio o Juan, esperó que revisara mi mente para funcionar en un lugar totalmente hispanohablante. Pero revisar el nombre no hace nada cuando no pude decir, “¿Adónde vas?” Siempre me confundió que la clase de Sra. Vermullen era la clase para los estudiantes de drama también. Cerca del cartel para los banderas hispanohablantes fue diseños para obras de teatro y los disfraces de la comedia nueva – todos sus proyectos y planes estaban todos para ver. La inmersión era una ilusión para los estudiantes, pero no funcionó porque cuando entrábamos la tienda, no imaginamos lo hispanohablante, sino una clase en una escuela. No podemos escapar la realidad que estamos en un cárcel académica, dónde solamente imaginamos la posibilidad de cada bandera, de viajar y buscar algo nuevo.
Pero cuando fui al DF para estudiar el arte, mi nombre fue totalmente borrado. Para un Mexicano que no sé nada del ingles, era imposible decir “John” sin problemas. El J es como un H en ingles, pero el O después está bien. Pero hay el H que nadie lo pronuncia, y por lo menos hay el N para estabilizar todos. El resultado parece como “Yawn” en ingles, y después de unos meses, estuve cansado con mi nombre.
Por un mes, traté de revisar mi nombre para otro proceso de inmersión. Fui a un Starbucks donde todo el menú era en ingles. Quise un cookie, no una galleta. Hablé con el cajero y lo ordené, y me habló muy lentamente, cambiando entre el español y el ingles para ayudarme – “¿Y tu nombre señor?” “Juan”. Era un período cuando no pude hablar el español, cuando mi mente era en un proceso de romperse para reconstruirse, y vacilé entre Juan y John por un momento, entre aquí o allá en otro país. Últimamente, me dio el café y mi galleta, pero antes, tuvo que gritar mi nombre para buscarme. Y, orgullosamente, con una sonrisa que indica su sabiduría y sensibilidad para todo el mundo, gritó, “¡Juan!” Y cuando caminé a ello para tomarlo, leí la taza y dijo, “Kwon”.
El fin de semana después, tuve que escapar. Viajé con tres amigos a Zihuantanejo, un puebla chiquita, y un poco turística, cerca de la playa donde nadie supo mi nombre. Cuando llegue a la ciudad, nos dijeron que era el período de los huracanes. Llovió galones y era difícil navegar la ciudad sin mojarse.
La última noche, encontramos un grupo de cuatro mexicanos en la playa. Por un momento, no había problemas con la lluvia, pero la arena era muy mojado. Hablé sobre todos mientras que fumamos en la playa: la vida en México y la vida en los Estados Unidos, la música, las películas, nuestros sueños para el futuro.
Y últimamente, un mexicano me preguntó, “¿Cómo se llama?” Y esperé, viendo a mis amigos de los Estados Unidos, sonriendo porque supieron lo que pasó en el Starbucks tres días antes.
“Juan”
“¿Qué?”
“Juan”
“Ja, tú no eres Juan, ¡Eres John!”
Todos rieron excepto yo. Sonreí, avergonzado y rechazado.
Una chica me tocó en mi hombro, y me dijo, “No te preocupes, Juan.”
Fumamos y hablamos por toda la noche hasta que otra chica dijo, “¡Aver, las tortugas!”
Era la noche cuando las tortugas se arrastraron del mar para poner sus huevos en la playa. Marcharon como soldados ancianos con la misma misión por todas los siglos. Sus protectores al cielo, brillante en el claro de la luna.
Por el momento, no dijimos nada. Vimos a las madres que pasaron sin nombre, sin lenguaje. Y vi a la chica que tocó mi hombro, y la únicas palabras que me dijo era una sonrisa.

An American Latino



Por Juliana Alvarez


Sunday, June 15, 2008

Latinos tambien - por Gina Di Giusto


Muchas personas pasan sus vidas enteras tratando dedemostrar su individualidad. Yo, sin embargo, hepasado la mayoría de mi vida académica intentando deser una como los demás, por lo menos en el contexto demis clases de español. ¡Y después de ocho años, dediecisiete clases, de cuatro meses en Madrid y con unaespecialización en español, todavía no lo logro! Apesar de cada libro de gramática, cada clase deliteratura, cada lección lingüística, estoyperfectamente enterada que todavía doy la impresión deser una gringa tartamuda cuando hablo el idioma, y loodio.

Lo único que deseo es tener la capacidad de hablar conmás fluidez y con confianza. Aunque, mi deseo separece bastante sencillo, ha sido uno de los desafíosmás duros de mi vida. Mientras comencé a estudiar elespañol en la secundaria por obligación, continué aestudiar el español en la universidad porque meenamoré con la idea que algún dia podría llegar a seruna traductora verdadera. ¡La ignorancia feliz! Nunca me di cuenta que mi pasión sería amortajada contanta pena, tanta frustración, tanta ansiedad, y (lopeor de todo) con tanta decepción. Siempre pensaba que era la única persona que teniaesta opinión. Pensaba que tenía algún defecto decarácter o quizás una incapacidad de aprender. Estospensamientos se afirmaron cuando estaba estudiando enEspaña; una de mis compañeras de cuarto, Henny, era deSuecia y ella podía hablar cuatro idiomas y tres deesos idiomas con fluidez. A veces, hasta pensaba quesu inglés era mejor que el mío. ¿Qué hice tan mal, enque es que me equivocaba? ¿Por qué Henny podíasaltar de dialecto al dialecto y yo no podía llegar adominar ni siquiera mi segunda lengua?

Encima de todo eso cuando mucha gente me escuchabahablar el español, sonreían y exclamaban “la prácticacrea la perfección,” como si fuera el consejo másbrillante y más original del mundo. “Gracias paranada,” pensaba, lo único que me logra la practica esel estropeo y la critica”. “Bien, tengo mi propioconsejo: ¡Es duro practicar el español sola! La radioy la televisión ayudan muy poco - a menos que alguienquiera hablar como una estrella de telenovela y misambiciones eran un poco mas académicas.

En serio, a veces es realmente difícil practicar elespañol en el día cotidiano. Por lo menos, esespecialmente difícil encontrar un ambiente ideal parapracticar el español. Claro, el español se habla portodas partes; estamos en Los Ángeles y casi la mitadde la población habla un poco de español. Pero no estan sencillo. Hay cierto grado de ansiedad que debeser superado antes de que sea posible practicar elespañol. Es súper difícil practicar otro idioma sialguien, como yo, tiene miedo de parecer como unatonta o de caer mal. No quiero equivocarme ni serjuzgada o criticada. Muchos dicen que no hay ningunarazón por preocuparse. ¡Mentiras! Aun cuandoinsisten que no están juzgando, no es la verdad. Hasta incluso en las clases de español, es fácilsentirse juzgado por los estudiantes y los profesores.Yo he sido testigo de lo que pasa en clases deespañol cuando yo o mis compañeras quienes no sonhispanohablantes son juzgadas y evaluadas por lamanera que pronuncian o hablan el idioma. ¡Comoquieren que practicamos si solo servimos para que losdemás se burlen de nosotros, la gente quienesaprendieron el español en un ambiente escolar en vezde en casa!

El primer día de la clase es siempre el peor. Durantelos primeros diez minutos de clase, todos puedendistinguir quién es un hispanohablante y quién no loes. Es como un mal olor - huelen la carencia de lafluidez como un perfume barato. El profesor hace unapregunta, abres tu boca para responder y, en laesquina de tu ojo, ves uno de tus compañeros de claseque esta sonriendo y haciendo comentario indebido consus amigos. Peor todavía, todos se voltean en susasientos para ver quién contestó a la pregunta. Paulatinamente, la sala se convierte en un circo ytodo lo que dices llega a ser como una fuente dediversión, dando materia para chistes y burlas a losdemás. Poco después, la diversión se convierte a laimpaciencia. Si no hablas con suficiente rapidez o sino entiendes la pregunta, la gente comienza airritarse. Nadie quiere esperar tu respuesta nientender lo que quieres expresar tus compañeros nodesean darte la cortesía o la paciencia que realmenteuno necesita.

Es por esta razón que detesto absolutamente hablar elespañol en voz alta en clase. Pienso, “no me hagasuna pregunta si no deseas darme el tiempo o lapaciencia que necesito para contestarla. No acabesmis oraciones por mí. Déjame pensar. Si meinterrumpes, o haces alguna indicación negativa o mehaces sentir intimidada en cualquiera forma no desearépracticar el español contigo, jamás.” Prefierosentarme en silencio horrible en vez de hablar en vozalta o de enfrentar la crítica y el rechazo sutil demis compañeros.

Antes que rechaces mi opinión permíteme decir quesentarse en silencio en clases españolas y a la vestener tanto que decir tiene su propia forma detormento también. Mientras generalmente me gusta darmi opinión sobre TODO, no me gusta decir nada a menosque pueda articular mis pensamientos en una formainteligente e en una manera sucinta. Es realmenteproblemático tener que hablar como una chica de diezaños cuando sé que mis ideas son mucho más complejas. Es como un sueño horrible donde quiero gritar yrealizo repentinamente que mi voz falta y que no tengoninguna forma de expresarme. Mientras que me sientoreservada en clase, al mismo tiempo, tengo un diálogointenso tocando como un disco en alto volumen en micabeza. Desgraciadamente, rara vez tengo laoportunidad de compartir estos pensamientos.

Además, odio cuando la gente presume que el silencio ola carencia de la fluidez es apatía o ignoranciacuando en realidad es una falta de confianza alambiente de la clase de español. Los profesorespresumen que cuando no hablas en clase que no tienesuna respuesta para nada (¡que equivocación!). Tengouna respuesta para todo, pero apenas carezco el valorde expresarlo. Y, en las pocas ocasiones que expresomi opinión, la entrega es bastante horrible. Misideas brillantes llegan a sonar estúpidas en miespañol de segundo grado y consigo frustración denuevo encima de la critica que recibiré de miscompañeros. ¡No soy tonta, solamente no hablo confluidez – no es lo mismo! Apenas porque no puedoexpresar todas de mis ideas perfectamente no significaque no tengo nada que compartir. Eventualmente, merindo y me siento en mi cárcel del silencio con elruido de mis respuestas distinguidas sonando en mimente.

El mejor consejo que recibí para superar mi miedo deldiscurso público fue “debes beber vino – vasos y vasosde vino.” Pero dado que no puedo emborracharme antesde cada conversación en español, permaneceré en limbo. En cualquier caso, he desarrollado un odio intenso dela frase, “la práctica crea la perfección.” Nuncallegare a sentirme cómoda con mis compañeros ni conmis profesores entonces nunca llegare a poderpracticar la lengua que tanto deseaba perfectar.


Hoy en día, me doy cuenta que no soy la única personaque piensa en esta manera. Veo el miedo en las carasde otros estudiantes de UCLA que han sentido lasmismas experiencias de temor cuando tienen que hablarel español en clase. Hay una razón por que 120estudiantes llegan al primer día de la clase deespañol y solamente como 85 regresan el día siguiente(la mayoría de los que regresan son hispanohablantesfluidos y la minoría de estudiantes no-bilingües queregresan no tienen ninguna otra opción). Esto esgeneralmente una barrera seria para mucha gente en laadquisición del idioma segundo.

Entonces, queda la pregunta: ¿qué se puede hacer pararemediar este dilema? Cómo entonces es que laUniversidad puede ayudar a estos estudiantes quienesquieren seguir sus pasiones pero no pueden llegar ahacerlo por el hecho que las clases nunca llagaran aser aulas de aprendizaje sino seguirán siendo cuevasde critica. No me digan entonces, “la practica creala perfección!”

Déjeme decirle que no niego que la práctica ayuda. Más específicamente, la emersión completa ayuda. Cuando estudie en Madrid por cuatro meses, la mejorpráctica era hablar el castellano con mi madre dealojamiento. Ella no hablaba inglés y no permitía queel inglés se hablara dentro del hogar. Yo amabapreparar la cena con ella, en esos momentos podíahacerle preguntas y hablar sobre mi familia mientrasque ella revolvía el arroz y cortaba los tomates encubitos. No me sentía amenazada; no me sentía ansiosadel rechazamiento. Quizás fue porque no tenía treintay cinco pares de ojos que estaban fijándose en mi,listos para juzgar en cuento el primer error fueracometido.

El discurso por el teléfono ayuda también. Cuando mimadre necesita comunicarse con un pacientehispanohablante, muchas veces me llama para que sirvacomo su traductora. Sé que mi español no es perfecto,pero todavía logro transferir el mensaje y hacerlesentender lo mi madre quiere avisarles. Quizás esto esporque, en una conversación telefónica, puedo hablarsin la barrera constante de la aprehensión y dejo desentir los ojos críticos de los demás; en el teléfonohablo con alguien desconocido y eso me ayuda a notener tanta ansiedad.

Desafortunadamente, la mayoría de las circunstanciasen la experiencia de aprender el español no permitenla emersión ideal o las llamadas telefónicas anónimas. Por la mayoría de mi aprendizaje tuve que enfrentarmecon mis temores y con esos ojos de profesores ycompañeros que tanto temía. A veces, realmentelamento mi decisión de haberme dedicado al español como mi especialización de estudio. En cualquiercaso, creo que es increíble que logre graduarme de unade las escuelas superiores de California con unaespecialización en español y que sin embargo no hablocon nada de fluidez ni confianza.

Parte de la frustración y la dificultad de estudiar elespañol se origina en el hecho que tener unaespecialidad en español en UCLA significa que seestudie la literatura, y que no hay de otra. Desafortunadamente, para algunos de nosotros, tenemosque trabajar con doble esfuerzo para participar; porejemplo, algo que toma veinte minutos para leer eningles toma más de una hora en español. A veces, losprofesores se olvidan de esto. Por eso, estudiar otroidioma puede ser desalentado mucho porque hacerloindica una batalla constante.

Idealmente, el departamento español reconociera que hay un defectoserio que deben de corregir. Aunque se enseña lagramática, la literatura, y la lingüística, muchostodavía no llegan a absorber la lengua española. Esque, hay estudiantes de varios niveles de fluidez yaptitud en el programa de español pero todos estudianjuntos sin ninguna manera de compensar para ladesigualdad.

Entonces, propongo que haya un componente máspráctico para ganar una especialidad en el español,por lo menos para los estudiantes no hispanohablantesnativos. Claro, debemos estudiar la gramática, laliteratura y la fonética como siempre, pero tambiéndebemos aprender cómo hablar el idioma. Aprender elidioma de una manera practica y la forma que esutilizada en la comunidad. O sea, el departamento deespañol de UCLA debe ofrecer más clases como “españolen la comunidad” o “español práctico.” Las clasesenseñarían a los estudiantes a cómo hablar con lofamiliar o como utilizar los dichos cotidianos; losestudiantes no sólo deben aprender respuestas formalesy conservadoras, pero los matices y los saludoscomunes que se oyen en la calle. En esa manera seríamucho más agradable y práctico estudiar el español enUCLA, especialmente para los estudiantes que deseanaplicar su especialidad a otras profesiones. Aprenderel español de esa forma ayudaría en los sectores comola medicina, o el servicio legal. Sin embargo, como advertencia, los estudiantes quehablan con fluidez no tendrían que tomar estas “clasesprácticas”. De hecho, no deben ser permitidos a tomarestas clases. Conozco a demasiados hispanohablantesque toman las clases más fáciles porque desean sacarbuenas notas en una manera bastante fácil. Desgraciadamente, el momento en que loshispanohablantes fluidos se aprovechan de estasclases, intimidará a los estudiantes de niveles másbajos y el resultado fuera la perdida de laparticipación en clase. Llegaríamos al mismo problemade hoy, ¡Es un ciclo vicioso!

En un mundo ideal, el departamento de españolofrecería clases extras a los estudiantes de nivelesbajos. No obstante, sé que el departamento tiene pocodinero y pocos profesores para facilitar a losestudiantes. Desafortunadamente, eso significatodavía que la mayor parte de la responsabilidad yestrés de aprender y adquirir la fluidez de la lenguaes la carga del estudiante. Dado que hay muchos limites a un programa ideal, juntos debemos apoyar alos que están intentando (con todos sus esfuerzos) demejorar su español y llegar a hablar con mas eficacia. Quizás debemos crear clubs españoles en el campo,aunque sea solo para practicar el idioma y aumentarfluidez y confianza. Además, los estudiantesbilingües y los profesores pueden mejorarperceptiblemente la situación si están dispuestos ahacerlo. Por ejemplo, si hay estudiantes de nivelesbajos que se sientan en clase no es necesariointimidarles. Por supuesto, se debe de seguir con lasbromas y tener diversión; sin embargo, el español essolamente divertido si se ríe con ellos, no de ellos. También, la paciencia para los estudiantes que nohablan con fluidez y rapidez es crucial. Queremosparticipar, pero necesitamos la gracia.

Si nuestra meta en la sociedad es aumentar lacomunicación entre la gente y llegar a ser mejoresciudadanos, necesitamos aumentar la tolerancia de esagente quien esté intentando mejorar su comprensión yfluidez. El mundo no va a parar de hablar el españolasí que puede ser que también lo hagamos más fácilpara que cada uno pueda participar. Agraciadamente,con la aplicación de mis sugerencias, el estudio delespañol llegaría a ser cada vez más popular y cómodopara todos. Mientras, mejoraría la aptitud deestudiantes en niveles bajos, crearía un ambiente másdivertido y estimulado para los estudiantes bilingüesporque más estudiantes podrían participar y añadir ala discusiones en clases. Los estudiantes de otraslenguas tienen ese deseo de se culturados y por eso seles debe de apreciar y ayudar en vez de burlarse deellos. Con mas tolerancia y paciencia todos podríamoshablar todas las lenguas con confianza. De todasmaneras, como los inmigrantes que vienen a los EstadosUnidos que buscan la aceptación, algunos de nosotrostambién deseamos ser aceptados de nuestra propiamanera. ¡O sea, queremos ser latinos también!

NEGATIVO? NADA QUE VER!!!


“No se pronuncia ‘toortel’, se dice ‘turtle’” me decía mi maestra de inglés mientras me hacia pronunciar el vocabulario semanal. Cuando llegue a los Estados Unidos a la edad de once años, mi clase de inglés no era mi favorita. Había hablado español toda mi niñez y tener que aprender otro idioma se me hacía muy difícil. La profesora Anchondo fue mi primera maestra de inglés, y para ser honesta, no me guastaba asistir a su clase. Me inventaba historias para no asistir a la escuela por tal de no ir a la clase de inglés. Recuerdo que cada vez de que comenzaba a chispear le decía a mi mamá que no me sentía bien y que no me quería empeorar mojándome. Cualquier escusa era buena por tal de no ir a la clase. Detestaba que la profesora me hiciera pronunciar las palabras del vocabulario hasta que la pronunciara correctamente y para eso la tenía que pronunciar como cinco veces. Me fue tan mal en el primer semestre, que termine reprobando la clase. Yo sabía que tenía que aprender inglés, y me daba coraje no poder dominarlo inmediatamente.
Tengo que admitir que llegue a ver el español como algo negativo. Varios de mis profesores del séptimo grado no hablaban nada de español, y por lo tanto no les entendía nada de lo que hablaban. El hecho de que ellos no hablaban español, y la mayoría de los estudiantes prefirieran hablar inglés que español me hacía pensar que el español tenía menos valor que el inglés. Comencé a asociar el inglés con los logros, y al español con los fracasos. Me daba coraje que mis padres hubieran migrado a los Estados Unidos desde antes de que yo naciera y que estos se hubieran regresado a Michoacán, México cuando yo aun no nacía. Le reclamaba a mi Mamá por no haber traído a toda la familia a los estados Unidos desde antes. Detestaba no poder comprender las instrucciones de mis profesores, las caricaturas del canal once, los libros de la escuela, todo lo que en ese tiempo quería parecía estar relacionado con el inglés. Me sentía limitada con el español.
Con el paso del tiempo, mi inglés fue mejorando gracias a las clases de la profesora Anchondo y otros profesores estrictos que tuve en la High School. A pesar de que me daba pena hablarlo, lo podía entender, y con eso me bastaba por el momento. Todos los exámenes necesarios para transferirme directo de high school a la universidad estaban en inglés, y con lo que había aprendido me basto para tomar mis exámenes. Aparentemente, aprender inglés me estaba ayudando a llegar a mis metas escolares, sin embargo el hablar español me estaba ayudando a aprender inglés sin que yo me diera cuenta. Debido a que mi mamá no entendía las cartas que mandaban por correo con propaganda, o con mensajes escolares, mi mama nos ponía a mis hermanos y a mí a que tradujéramos lo que los papeles decían. Detestaba tener que traducir porque no entendía todas las palabras, sin embargo esas cartas me obligaban a tener que pensar en inglés y en español a la vez. Lo mismo pasaba con las películas que mis hermanos rentaban, poníamos la película en inglés pero con subtítulos en español para que mi mamá entendiera y a la vez yo los leía por si no comprendía algo en inglés. Tuve que traducir varias citas del doctor al español al igual que conferencias escolares. Una vez que elegí irme a un colegio comunitario después de high school, me di cuenta de que el español, después de que yo lo miraba como algo negativo en realidad era algo positivo.
Durante mi estancia en East Los Angeles Community College, fue que me di cuenta de que mi idioma natal, el español realmente era importante. No era algo negativo como yo lo había asociado anteriormente. Me di cuenta de que en el colegio los profesores de español eran muy eruditos, y que realmente se apreciaba el español. Me di cuenta de que una persona que habla español e inglés gana más dinero que una monolingüe, y se pueden abrir las puertas para nuevos conocimientos. Tomando ventaja de mi español y de mi inglés como segundo idioma, comencé a trabajar como asistente de maestra en el departamento bilingüe de Garfield High School. Me sentía tan contenta de ver como el español realmente se utiliza demasiado en los Angeles que eso me motivo a tomar clases de español para mejorarlo. Me di cuenta que necesitaba mostrar a los estudiantes a que el español no era algo negativo, sino más bien otro idioma al cual se tenía que apreciar al igual que el inglés o el francés. Con esa mentalidad me transferí a UCLA con una especialidad en historia y otra en español. Quiero ser profesora de historia y de español en el departamento bilingüe para poder enseñar a los estudiantes que están aprendiendo inglés a que el español no es menos importante que ningún otro idioma y para que lo sepan apreciar. Quiero enseñarles que el español está asociado a una cultura riquísima, y que esta cultura no se puede ignorar o rechazar sino más bien absorberla y complementarla con la cultura estadounidense para un crecimiento cultural mayor tal como yo lo estoy asiendo. Finalmente, es imposible negar una cultura que se ve reflejada en muchas partes de los Estados Unidos. Basta mencionar los nombres de algunas ciudades y las calles para comprobarlo; Los Ángeles, San Francisco, Santa Clara, San José, Cesar Chávez, y Gabriel García Márquez por mencionar algunas. Realmente puedo decir que el español que consideraba algo negativo, resulto ser algo positivo para mi crecimiento personal. -Lucila Sanchez

El lenguaje, la identidad, y el ser un latino monolingual podiendo hablar dos idiomas

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Cuando vine a los Estados Unidos a los cuatro años, el español era el único idioma que sabía. Recuerdo que cuando jugaba con mis primos, hablábamos en español solamente. Bueno, no sabíamos el inglés, y antes de que entraramos a la escuela en este país, el español era el idioma que hablaba en la casa, con mi familia, y con mis amigos.

No me acuerdo si fue difícil aprender el inglés. Sé que cuando mis padres me matricularon en la escuela “Head Start,” mis profesoras y la mayoría de mis amigos hablaban en español. Pero me parece que cuando entré al “kindergarden,” me pusieron en clases ESL (English as Second Language).

Poco a poco, aprendí el inglés. Siento que la escuela ayudó mucho, porque empezé a comunicarme con mis amigos, y mis primos en el inglés.

Pero en la casa, mis padres siempre me hicieron practicar el español. Siempre acuerdo que mi papa decía, “no quiero que te olvides de tus raíces y de tu idioma. En la escuela el inglés, pero aquí el español.” Habeces cuando empezaba a hablar el inglés en la casa sin darme cuenta, mi padre me decía, “no te endiendo, ¿qué quieres decirme?” Aungque el entendía perféctamente, me decía esto para que hable el español.

Mientras el tiempo pasaba, y yo crecía, el estar en la escuela y tender clases de inglés me ayudó a aprender más del idioma y entenderlo (y hablarlo) perféctmente. Comparado cuando era niño (cuando el español era mí idioma dominante), el inglés empezó a hacer el idioma que yo podía hablar mejor. También, en muchos aspectos, yo prefería hablar en inglés que al español.

Ahora, sigue siendo lo mismo: hablo el español exclusivamente en mi casa, y hablo el inglés exclusivamente en la universidad. Siento que me puedo expresar mejor en el inglés. Me parece más natural hablarlo que el español.

Cuando el profesor nos preguntó si el poder hablar los dos idiomas nos da dos “identidades,” inmediatamente pensé que no. Pero lo más que lo pienso, me doy cuenta que sí puede decir que el poder hablar dos idiomas me hace sentir diferente cuando hablo uno de los idiomas. Cuando hablo el español, me siento más cerca de mis raíces latinas (ecuatorianas), y me recuerda quien soy en esta sociedad: un latino inmigrante. Pero cuando hablo el inglés, me siento más “white washed” (o sea, más “gringo”). Cuando hablo el inglés, mi identidad latina no es prevalente, y me siento como cualquier otra persona estadounidense en este país. Es interesante esto, porque nunca pensé que el poder hablar dos idiomas da a una persona distintas identidades.

Es decir, cuando estoy en mi casa, soy un ecuatoriano, y el hablar el español me recuerda de mis raíces. Pero cuando estoy en UCLA, soy “gringo.” Bueno, esto tiene implicaciones para la importancia del lugar donde uno está para su identidad cultural. Pero el lenguaje también es importante.
Esto me hace preguntárme a mi mismo ¿soy bilingue? Es claro que puedo hablar el inglés y el español, ¿pero cuál idioma es mi idioma?
Siento, como el profesor, que aunque pueda hablar los dos idiomas, el idioma que yo uso con más facilidad y el idioma en que mi mente “piensa” es el inglés. Nunco había considerado que nadie es, en verdad, bilingue. Siempre había pensado que al poder hablar dos idiomas, ya es. Pero el profesor tiene razón que el ser bilingue es más que poder hablar dos idiomas. También tiene que ver con el idioma que uno piensa, se expresa, y sueña.
Cuando yo pienso, es defenitivamente en el inglés. Cuando trato de recordar eventos, pensar de mis amigos, analizar situaciones, o rezar, lo hago en el inglés. Pienso que es por lo que ya he mencionado: el inglés es el idioma que hablo más, y, por esto, es más inmediato, más natural. Cuando hablo el español, habeces tengo que pensar de lo que voy a decir, y es un poquito más de esfuerzo. Para ilustrar, ayer tuve una fiesta de graduación, y estaba hablando con un tío. El me empezó a hacer preguntas de lo que iba a hacer en el futuro, y le empezé a decir, pero se me hizo un poco difícil. Por esto, le tuve que comentar que tenga paciencia conmigo, porque unas cosas se me hacen difíciles de decir en el español.
Por esto, entonces, pienso que el inglés es el idioma que pueda hablar con más facilidad y con más fuerza.
Esto me hace preguntar, ¿en mi casa, cuando habló el español con mis padres, sigue siendo el inglés el lenguaje de mi mente? Y la respuesta es sí. Aunque hable con mis padres el español, cuando pienso de lo que les dije después, lo hago en inglés. Y cuando pienso de mi futuro, de mis amistades, y de mi escuela (es decir, cuando pienso en estas cosas cuando estoy en mi casa), lo sigo siendo en el inglés. Es importante decir que, aunque piense en inglés en mi casa, lo que dije antes de sentirme más latino cuando estoy en la casa sigue siendo.
Se puede sumar todo lo que dije con esto: no soy bilingue. El idioma de mi preferencia (mental y vocal) es el inglés, y esto es verdad cuando estoy en mi casa, y cuando estoy en la escuela. Pero cuando me voy a casa, donde mis raíces latinas son mas prevalentes, y habló el español con mis padres, me siento más latino (aunque el inglés sigue siendo el idioma más fuerte en mi mente). Pienso que, en esencia, esto es la experiencia de muchos latinos viviendo en Los Angeles, y recién ahora me estoy dando cuenta de esto, gracias a esta clase. La identidad depende mucho en el idioma, pero, viviendo en Los Estados Unidos, el inglés es el idioma que muchos latinos que crecieron aquí prefieren hablar. Aunque hablen los dos idiomas, no son verdaderamente “bilingues,” y piensan en el inglés. Pero esto no quita de que, en casa, se sientan más latinos, donde están cerca de sus raíces y su gente. Muchas gracias Profesor Fuguet!

Saturday, June 14, 2008

Cama-cama-cama camaleón, yo soy la camaleón

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- Martha Rodriguez

Cuando el profesor se sorprendió tanto al oír el término “white-washed,” yo me quede aun más sorprendida de que él nunca había oído ese término ya que yo he crecido con él. En sí solo, el termino “white-washed” literalmente quiere decir lavado blanco. Más claramente, se refiere a cualquier persona que no sea anglo sajón pero que se asocia más cerca a esa cultura que con su propia cultura.

En definir uno mismo su propia identidad, uno enfrenta suficientes problemas. Cuando
alguien comienza a cuestionar la identidad de otra persona solo agrega insulto a lo ya problemático.

Mi propio problema de identidad comenzó en el quinto año de la primaria. Hasta el
comienzo de ese año escolar, yo había estado en clases de ESL, English as a Second Language. Por alguna razón u otra, aparentemente la maestra de ingles me pregunto que si quería ingresar a su clase. Yo no sabía que decir porque me espantaba un poco el que dirían mis compañeros de ESL. Tal vez pensé que ellos pensarían que yo me creía mucho o algo así. Me escondí de esa maestra, Mrs. James, por algunos días pero la próxima vez que me vio me pregunto lo mismo, y básicamente porque sabía que seguramente me seguiría molestando sobre la misma cosa, le dije que si quería intentarlo por un tiempo por lo menos. Pasaron las semanas y yo no me raje y ella tampoco me regreso a la clase de ESL. Progreso. Mi ingles empezó a mejorar.

Mi problema no es solo que soy “white-washed” sino también que parezco anglo sajona. Desde mi tiempo en la preparatoria, con bastante tiempo de mejorar mi ingles y perder qualquier rastro de la realidad que el ingles no es mi primer lenguaje, mucha gente me confunde por anglo sajona. Por ejemplo, recientemente, despues de varios meses mi trabajo, uno de mis supervisores del trabajo me escucho hablando español con una compañera y se sorprendió bastante. Se me quedo viendo y me pregunto con “astonishment” claramente en su cara, “¿No me digas que tú hablas español?” Mi compañera y yo nos reímos un poco. Yo, ya acostumbrada a tal reacción, le conteste, “Claro que sí. Soy mexicana. ¿Que no lo parezco?” Él simplemente me contesto que verdaderamente no.

De chiste, entre mis amigas, cuando hablamos de tales temas, les digo que soy mexicana
pero anglo sajón cuando me conviene. Por ejemplo, me despistar a la gente de tal manera. A veces les digo a gente Latina que soy Anglo Sajona y les hablo en español y se sorprenden diciéndome felizmente que hablo la lengua muy bien. Cuando me preguntan donde lo aprendí, les contesto que en la escuela. También recuerdo que en mi segundo año de escuela, mi vecino no se dio cuento hasta unos meses después de conocernos que yo era mexicana hasta que se entero de mi apellido. Tal vez sería que en ese tiempo tenía el pelo rojo, así que ayudo mejor a sacar el engaño en adelante. En actualidad, nunca he negado ser mexicana. Nunca lo haria. Hacerlo seria como un crimen a mi misma, a mi familia, y mi sangre mexicana. En ser “camaleón” de identidad, me vuelvo más bien en paciente de esquizofrenia. No es necesariamente curioso en ninguna manera positiva.

Cuando era pequeña, durante mis años de primaria, ibamos ir a Tijuana muy seguido, por lo menos cada otro fin de semana a visitar amistades de la familia. Recuerdo que un día,
al punto de cruzar la frontera para regresar a casa, el oficial de emigración, con las actas de nacimiento de nosotros e identificaciones en mano de todos los que íbamos en el carro. Cuando le toco preguntarme a mí como me llamaba, le dije Martha con acento en español. El muy acá me corrigió y dijo que no, que era Martha, con acento en ingles ya que mi nombre lleva “h”. Ahora que recuerdo, pienso, ¿que se creia el mugre oficial?

En high school, los jóvenes pueden ser extremadamente jusgativos y malintencionados.
Uno siempre está en competencia con los demás aunque no quiera que sea así. Estos años de escuela, parece que cada individuo tiene que pertenecer a cierto “clique”. Si uno no escoge por si mismo, los demas lo haran para ahorrarle el trabajo. Igualmente, entonces no es totalmente que yo sea “white-washed” por mi propia cuenta sino que otra gente me pone en esa categoria sin pensarlo dos veces.

Por otro lado, mis mejores amistades y yo reconocemos que (tal vez) si somos “white washed”. Me pregunto, ¿es más grande el pecado si lo seguimos practicando aun después de haberlo reconocido? No creo que sea asi. Nunca hemos negado que somos mexicanas, es solo que a veces nos cansamos tanto de corregir a la estupidez de la gente que mejor contestamos nada. Yo soy una híbrida. Declarare con mucho gusto que me considero muy orgullosa de tener sangre mexicana y un corazon americano. Sin uno de los dos, no funcionaria correctamente.

"You're Not Mexican"

Por Esteban Cordoba

Caminaba lentamente hacia el campo de fútbol soccer para reunirme con el entrenador Álvarez. El calor agobiante llenaba de sudor mi rostro que brillaba como un tomate color rojo chinga me la pupila. Cruce rápidamente la reja metálica para dirigirme a los vestidores, pero cuando intente entrar, un tipo de cachucha verde me señaló con su dedo pulgar que me sentara en las bancas que quedaban junto a la pista de atletismo. Mientras esperaba que el entrenador Álvarez saliera a recibirnos, observaba como las voluptuosas porristas corrían por las pista enseñando sus codiciados cuerpos vistiendo unos shorts blancos apretados que dejaban poco a la imaginación, aunque no faltaba una que otra con unos kilitos de más. El campo estaba más seco que el Sahara, no dudé que una ráfaga de viento se hubiera convertido en una tormenta de arena; hasta mi tío que vivía en departamento tenia mejor pasto que esta cancha llena de tierra y arena. Tomaba un poco de mi powerade sabor blue berry cuando un chavo alto, gordo y con piel ceniza me preguntó de donde era. El acento me indicó que el tipo era latino, y decidí contestarle en castellano. Soy mexicano le dije mientras me tapaba del sol con mi cuaderno Mead 5 Stars amarillo. El gordo de puta se empezó a reír, y me dijo que era un pinche gringo de mierda. Todos los demás “miembros” del equipo empezaron a gritar ¡no llores blanquito! No lo voy a negar, pensé en romperle la cara al naco mantecoso, pero me intimidaba que los de más me dieran en la madre. Me levanté rápidamente para ir al baño cuando vi a un chavo de mi clase de francés medio perdido con su agenda de clases en la mano. Me acerque a él y le pregunté que si lo podía ayudar; rápidamente me contesto “yeah, do you know where the soccer teams meets?” Le dije que caminara conmigo ya que yo sabía en donde estaban esperando todos los demás. Mientras nos dirigíamos a las bancas empezamos a conversar sobre nuestra clase de francés con Madame Yusman. Me dijo que le pereció buena onda, y yo se lo confirme diciéndole que mi hermano ya había tomado clases con ella y que era una de las mejores maestras en todo el colegio. La campana sonó y rápidamente encontramos un lugar para sentarnos antes de que el entrenador Álvarez llegara. Entre risas, los demás “miembros” del equipo le empezaron a preguntar a mi nuevo amigo que si él también era mexicano. Tajantemente Sevag les contestó, “No, I’m Armenian.” En ese instante me di vuelta para ver a todos los chavos que estaban sentados, Sevag y yo éramos los únicos del grupo con tez blanca. Nos veíamos como un par de Q-tips nadando en un mar de lodo; me quería salir de ahí antes que me llevará la corriente. Mientras el entrenador Álvarez tomaba lista, Sevag me decía que deberíamos entrar al equipo de natación antes que nos lincharan estos tíos. Me enfatizo que habrían unas chicas súper ricas esperándonos en traje de baño. No voy a mentir, la idea de estar nadando con ese sol ardiente rodeado de chavas en bikini me seduzco. Antes de que acabara de tomar lista el entrenador Alvarez, Sevag y yo nos paramos y nos dirigimos a la salida del campo. Entre burlas y gritos los del equipo me gritaron “you’re not fucking mexican!” Ese fue mi primer día en la preparatoria y el primero donde me di cuenta que no era como los demás; no cuajaba en este mundo latino que MTV o Univisión me vendía. Me había dado cuenta que había salido de mi tan anhelada y querida metrópolis para entrar a la PROVIDENCA. Si, escucharon bien, a la provincia de México. Cuando era más chico y mi familia y yo salíamos de la Ciudad de México para tomar unas pequeñas vacaciones manejando por la carreta Cuernavaca no faltan los numerosos carteles a lado de las autopistas que leían “HAZ PATRIA, MATA UN CHILANGO.” La hostilidad de los provincianos hacia los chilangos (o sea un originario del D.F.) había cruzado la frontera Estadunidense. Eso si es puta globalización. Pero esta vez fue distinto, ya que esa agresividad que había vivido en mis años de niñez cuando salía de mi contaminada metrópolis la encontré en mi nueva ciudad: Los Ángeles y ni tuve que salir de ella para que me diera una bofetada en la mera cara. ¿Muy Blade Runner no? Todos dicen que cuando sales de Latinoamérica para ir a los Estados Unidos es un brinco hacia el “Primer Mundo,” pero para mi fue retroceso al “Cuarto Mundo” donde la mayoría de mis compañeros de origen mexicano no sabían leer ni a escribir en castellano; yo, un niño de 8 años en aquel entonces hablaba mejor castellano que los padres de los niños que se burlaban de mí. ¿Es irónico que un tipo jure por su madrecita que el Cinco de Mayo es el día de independía de México te diga “you’re not fucking Mexican” no?
Mis enfrentamientos no habían empezado en la preparatoria. En la secundaria la mayoría de mis compañeros de clase de origen latino me llamaban “Skater Nerd.” Obviamente me señalaban por no entrarle a la onda neo gangster/chola que ellos representaban. En sus ojos era horripilante e inaceptable ver a un chavo que le gustaba leer The Outsiders, andar en patineta y escuchar a Radiohead. Ser el mejor estudiante de mi clase también me trajo problemas durante las sesiones de educación física, pero nada que no pudiera ignorar. La preparatoria fue totalmente diferente ya que con 2,700 estudiantes fue más fácil encontrar una mini metrópolis cosmopolita. Fue más fácil escaparme de los provincianos que me recriminaban por ser “blanquito” y tener el cabello largo. Ese primer día con Sevag en el campo de fútbol soccer fue clave para mí. Entendí que dialogar e intercambiar opiniones con una persona ignorante era prácticamente imposible. ¿Qué le puedo decir a un pobre pendejo que ni sabe donde esta la capital de la república mexicana en un mapa? Perdónenme, pero la mexicanidad no se restringe a escuchar a los putos Tigres del Norte o a los Tucanes de Tijuana ni tampoco se limita al color de piel de una persona. No me da vergüenza decir que no tengo amigos mexicanos aquí en Los Ángeles, la mayoría de mis amigos son armenios, rusos, bengalís, afganis, o judíos. No creo que andar con un grupo de personas te haga más o menos mexicano. No tengo que identificarme con las historias tristes y dramáticas de muchos inmigrantes para considerarme “latino,” ya que mi discurso es diferente que al de muchos. No me compro la onda de la puta triste diáspora mexicana que nos venden los medios de comunicación y políticos. No se puede generalizar a todos los inmigrantes latinoamericanos que entran a este país. Varias veces me encuentro en situaciones donde de mis amigos me dicen “but, you’re a different kind of Mexican.” ¿Pero que significa eso? En mi primer año en la Universidad de California, Santa Cruz tomé un curso con un profesor que empezaba cada clase con una “simple” pregunta: “What is a latino, anyway?” Al final de trimestre nos dejo con la incógnita. Simplemente nos dijo que eso era algo que no se podía responder. Pero lo que si se, es que no soy como los “Mexicans” de esta ciudad.
Bueno chicos y chicas este cuento ya se termino. Obviamente tiene un final feliz ya que esta tarde me recibo de la tan reconocía UCLA. Como en la preparatoria, tuve mis peleas con grupos en el campus que pensaban que ser chicanos automáticamente los hacia más mexicanos que un “blanquito.” Estos tíos automáticamente me veían como la vivita reencarnación de Hernán Cortez. Es claro que cuando la gente se siente acomplejada por la manera que se ve, la sociedad no progresa. Yo seguiré comiendo mi rico queso Oaxaca mientras escucho a Tom Yorke cantar en vivo en el Hollywood Bowl, sin darle mucha importancia a lo que los demás digan de mí.

Friday, June 13, 2008

Nuestro mundo escondido


“A qué hora es,” yo pregunté mi hermana mayor, Jessica, mientras caminaba a nuestra casa.
“Four.” Me respondió, muy molestada.

Tenía once años cuando entendí mi primera frase en español.  Recuerdo repitiendo esta pregunta cada vez que tenía la oportunida con muchisimo orgullo.  En este tiempo, tenía una admiración para mi hermana en que quería hacer todo lo que ella hizo.  Como las relaciones entre muchas hermanas, ella solo quería que yo la dejara sola.  A pesar de eso, me matriculé en el primer nivel del idioma el próximo año.  Desde mi primera clase, solo había un año de escuela en que no tome una clase que tiene que ver con el español, y era el primer año en la universidad.  Después de empezar con la lengua, yo continuaba no por ser como mi hermana sino por hacer lo que quería hacer.  Sin embargo, la relación que tenía con mi hermana se hace mas íntima también por el idioma.

 

“No me gusta que ella fume,” Jessica me dijo una día después de escuela cuando estábamos en el coche con nuestra mamá.

“Ni yo tampoco, pero que podemos a hacer?” respondí.

“Vamos a robarlos y tirarlos en la basura.”

“Ella nos va a matar.”

 

Mi mamá nunca aprendió ninguna palabra de español y hoy en día todavía no sabe más que ‘hola’ tal vez.  Los dos de mis padres aprendían el francés cuando eran jóvenes en la escuela.  Por eso, mi hermana y yo siempre hablabamos en español cuando queríamos hablar de nuestras padres cuando también estaban allí.  Además, todavía hacemos cuando todo mi familia están juntos.  La mayoría de mi familia vive en el centro del país y no saben el español simplemente porque no es necesario saberlo en sus ciudades.  Algunos de ellos no entienden porque yo escogí estudiar la lengua, pero no me siento la obligación de defender mis decisiones, especialmente si ellos están tan lejos de algo tan influyente en mi vida.  Sencillamente, yo veo la situación como una ventaja para mí.

 

“Vas a España? Pero has tomado el italiano hace dos años,” yo expresé cuando Jessica me explicó que iba a estudiar en Alicante.

“Sí, pero puedo tartar de recordar.  O puedes venir conmigo y trasladar todo,” me propuso.

“Por supuesto! No tengo que asistir a mis clases. La universidad no es importante. Ya sé todo.”

“Shut up.”

 

El verano entre mi segundo y tercer año en la universidad, Jessica fue a Alicante en el sur de España para estudiar.  Cada semana, hablábamos y ella me decía de su señora, la mujer con que ella vivía durante sus estudios, los estudiantes, sus clases, las playas y todo de Alicante que ella le encanta.  Aunque aveces hablamos en español naturalmente, cuando ella estaba en España, me sentía que hablando era más fácil para ella y para mí también.  Para cualquiera razón había algo más cómodo hablando cuando estabab más lejos, espcialmente en un país en que se habla español.  Tal vez me sentía más conectada con la cultura latina o hispana, no estoy esgura.

 

“Como conoces esta canción? Me encanta esta canción!  Sabes que la primera cantante es una mujer?” No podia creer que habíamos encontrado la misma canción sin estar juntos al encontrarla.

“No es posible, no te creo. Tiene que ser un hombre, suena como una hombre,” Jessica respondió.

“Te lo juro! Yo mire un video de un concierto en que ellos cantan esta canción y es una mujer.  Uno de mis amigos me dijo que en Portugal las mujeres tienen voces muy graves.  No lo creía hasta que lo ví.  Te enseñaré cuando regresemos a la casa,”  traté de convencerla de la verdad.

“Bien, mira, escucha esta.”

Ella puso otra canción que tenía en un mix CD.  Parece una canción de pop con un poquito de rap.  Me recordó de nuestro parentesco; la canción era en Spanglish.  Manejamos escuchando la canción en el centro de Chicago, consolidando nuestra amistad con un lenguaje y una cultura que nos unen más y más cada vez que nos vemos.  Siempre pienso en ella cuando escucho música en español o cuando leo un libro o veo una película en español también.  No estoy perfectamente segura de la razón, pero sé que el idioma nos dio mi hermana y yo una conexión bastante única y creo que estaríamos muy diferentes si no tuviéramos en común el español.

 

“Qué decíamos de mom cuando éramos jóvenes,” pregunté a mi hermana cuando empecé este trabajo.

“Que ella es loca. Pero decíamos más de Dad. Porque no nos gusto,” ella me dijo mientras se reía.

 

Siempre usábamos nuestro español cuando queríamos hablar de nuestros padres.  Para mí, el español representa un mundo en que solo mi hermana y yo vivimos.  Sé que hay mucho del idioma en mi vida cotidiana, per hay un sentido especial cuando lo hablo con ella o cuando pienso en el tiempo cuando lo hablabamos cuando eramos jóvenes. Parecía que teníamos una lengua especialmente hecho para nosotros y nadie podía romper el mundo que creábamos juntos.  El español sirve como un arma para nosotros y nos déjà esconder de cualquiera cosa cuando tenemos que hacerlo.  Tener este mundo íntimo con mi hermana nos déjà compartir todo, si que es un miedo, esperanza o cualquier sentido.  Cuando hablo con Jessica y hablamos el español, nada más existe sino nosotros, y siempre me siento mejor después de hablando con ella. 

 

“Espero que la graduación sea en español,”  ella expresó un día.

“Ah, sería increíble porque nadie que conocemos comprenderán.  Desafortunadamente, hay más departamentos que el mío y no es posible,” he tendio la misma esperanza al princípio del año.  Siempre pensábamos en una manera similar qie por cualquiera razón es mucho más obvio en nuestro idioma aprendido.

 

Puesto que no soy exactamente latina, es difícil sentir cómodo usando el español fuera de las clases.  A pesar de eso, no hay un espacio más perfecto en que puedo hablarlo sino hablando con una persona que nunca va a juzgarme y por esa razón siempre podría hablar y comunicar mejor con ella cuando usamos el español.


-Sarah Rosenbloom