Monday, June 16, 2008

Life in Chula Juana y el mas haya

Por: Areli Perez

(picture to come)


Acelera y para.

Mixtecos, Mayas y sus hijos todos en una fila.

Vendiendo, pidiendo, corriendo.

Acelera y para.

¡Es subcomandante Marcos! ¡

¡Nuestra Señora, La Virgen María!

¡Mira, mira La Little Mermaid!

Acelera y Para.

Little plastic nopales y cochinitos de barro too!

¡Chicles, chicles, chicles!


Los sonidos de la frontera me arrullan, pero sus imágenes, sus colores y su gente me confunden. Me preparo para una larga espera, pero esa espera dos horas, tres horas, cinco horas quizas, es rutina, es costumbre.  Mientras tanto matare el tiempo con mis pensamientos. Me imagino un mundo sin fronteras. Donde el humano valga más que una leí emigratoria o un tal “terrorist threat.” ¿Qué tal si todo lo está al sur de la frontera mágicamente se transportara hacia el norte con una facilidad, transformando nuestra noción y valorización de tiempo y espacio? Imposible quizás, pero imaginación fue comenzó a volar tras leer el libro el Trópico de Naranja de la Japanese American writer Karen Yamashita, en donde el poder de una naranja traslada el trópico de cáncer a Los Ángeles, arrastrando con ella todo en su camino creando una ruptura en la vida de todos. Imagino me un mundo contemporáneo que refleje la gran fluidez de gente y hibridismo de culturas, del tal “shrinking world” en el cual vivimos.  Veo a mi alrededor, aquí es México, haya es Estados Unidos, pero para mí aquí es haya y haya aquí. Simplemente puesto, aquí es el limbo. Por consecuente, por haber crecido, y por haber me criado con la frontera, me identifico con ella. Soy ni de aquí y ni de haya porque para mí son lo mismo. No sé si su ustedes lectores comprendan lo que estoy diciendo. Quizás sea todo una locura mía pero una locura muy real que aun no llego a descifrar. De qual quer manera continuare e intentare de me explicar mejor.


Creo que por naturaleza necesitamos identificarse con algo, hasta los animales salvajes se identifican con sus “packs,” “pod’s,” etc.  Para el ser humano, puede que nuestra cultura, cuidad de origen, país de origen, equipo de futbol favorito,  o todos, nos identifiquen. Al  lo curso de este cuarto hemos discutidos temas como la identidad latina en los Estados Unidos.  Siempre pensé que mi realidad como latina en Estados Unidos ha sido un poco diferente a la de muchos tras haber crecido en la frontera. Crecí en Chula Vista, una ciudad que pertenece al condado de San Diego, y que queda 10 minutos de Tijuana. Chula Juana, como se le llama, es una cuidad casi completamente Mexicana, casi completamente Tijuanense. Desde niña, cruzábamos la frontera dos tres veces a la semana para ir al médico, a comprar yogurt (Danonino sabe mucho mejor que danimals), visitar amigos, etc.  Al igual tenia amigas que vivían en Tijuana y cruzaban diariamente para atender la escuela, comprar de mayoreo en tiendas como Cosco, “formely known as Price Club,” etc. De pequeña no entendía la importancia de poseer la habilidad de cruzar tan a menudamente ha México. Realmente no entendía ese concepto de barreras. No entendía que de un lado de la línea amarilla estaba la tierra de mis antepasados y en la otra tierra de mi futuro.  No sabía si era Mexicana, American, o que onda. “¿Entonces son dos países diferentes, pero por que todos se parecen, hablan la misma lengua, comen las mismas cosas?” le preguntaba a mi papa.  Recuerdo cuando la confusión aumento y comencé a notar las diferencias mientras esperábamos en la línea. Veía a mí alrededor y los sonidos, los colores, y gente me asombraban. ¿Porque eran tan parecido y tan diferente aquí y allá? ¿Por qué hay niños que bien pudieran ser mis hermanos, pidiéndome limosna? Aunque ya mayor, y entiendo mejor los problemas socio-políticos que emergen en zonas fronterizas, por haber crecido ahí, es un sentimiento de tristeza y confusión que hasta hoy siento al cruzar. Pero ante todo, la frontera para mis es un símbolo de resistencia, de constante fluidez, de comunión, y de perdición. Es importante que señale, que al referirme a la frontera, no solo me refiero a una barda física, me refiero también a la frontera como una metáfora de liminalidad, el estado de encontrarse físicamente y psicológicamente entre dos planos. Cuando el policial imigrante me pregunta al cruzar de donde soy no se que responder pues para mí esa frontera, con la cual tantos sueñan cruzar, es nada más que un “blur.” Decidí una vez que al preguntarme “citizenship?” respondería, “citizen of the world.” By the way, BAD IDEA, pues pase tres horas en inspección. Honestamente, creo que ante todo, existe una necesidad de identificarnos con la raza humana y simplemente deshacernos de qualquer barrera. Un poco imposible, se que es lo que estan pensando, y seré un poco idealista, I know. Pero se vale soñar. Y si algo he aprendido de crecer en la frontera es que al crearlas, perdemos la habilidad de nos comprender. Crecí viendo la gran fluidez de gente, cultura, bienes, que caracteriza el mundo contemporáneo. Pero también vi la gran confusión y desigualdad creada en la frontera. Es un gran paradoja, tanto para los que viven ahi y los que no.  En fin, mi identidad como latina, como mexico-americana, como humana, sin ninguna duda se lo debo a la frontera que me crio. No se si esto haga sentindo, tal vez unos se identificaron, o sea que no. Pero creo nuestra identidad es algo que constantement esta cambiando, todos somos un work in progress. Para mi, hasta ahora, la frontera ha sido gran parte de mi vida y de mi identidad.

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